Es esta. para algunos su obra cumbre. la que gestó durante diez años. donde Vicente Altazor Huidobro imprime los postulados transgresores propios del demiurgo capaz de insuflar un aliento poderoso a su creación. Aquel que nació en el Equinoccio. se yergue desafiante ante la Naturaleza y se lanza sobre la rosa perfumada -su paracaídas- a través de la noche vertiginosa para hablarle a los astros. mirándolos de frente. Penetrando el océano estelar. de pie entre el nadir y el cenit el ángel observa la orfandad del planeta. soledad suspendida en la noche infinita. Canta y afirma que sólo cree en los climas de la pasión: el dolor es lo único eterno. El hombre. mago. poeta. salta del vientre de su madre o del borde de una estrella y emprende el viaje. Periplo cósmico que reconstruye el universo en siete cantos y nos deslumbra con su nostalgia desafiante. La poesía tiene pues hambre de absoluto. de eternidad. y el viajero Altazor no teme arrojarse en su parasubidas y desde las alturas pedirnos silencio pues la tierra ha dado a luz un árbol.