Desde sus primeros poemas, Alí Calderón mostró un especial interés por recuperar dicciones poéticas muy alejadas de su tiempo. Pero no sólo dicciones, sino también identidades, presencias y nuevas formas que pudiera atisbar en el porvenir. Este ejercicio de religarse con el pasado y de aventurarse al futuro no lo ha abandonado hasta el día de hoy, pero pasó de ser una mera voluntad evocativa a convertirse en prácticamente una manera de reconstruir su propia actualidad, sólo para reconfirmarse (y reconfirmarnos) que, aunque el lenguaje está en constante transformación, la esencia del hombre permanece intacta.