El interés de estainvestigación radica en la manera como hace uso de la correspondencia queintercambiaron los habitantes de los diferentes barrios -algunos de ellosrecién creados y el Concejo de la ciudad para estudiar y explicar una parte delfenómeno del crecimiento urbano de Bogotá en la década de 1920. Desde finalesdel siglo XIX el barrio se había constituido en la nueva unidad de crecimientoespacial de la ciudad. La frontera de tierras urbanizables, que se incorporaronde facto al perímetro urbano, se amplió siguiendo las lógicas de losurbanizadores y especuladores más que la de las entidades encargadas de ordenarese crecimiento. Ese proceso, incipiente al comienzo, adquirió un ritmovertiginoso a partir de la década de 1920. Parafraseando a William Alonso sepodría afirmar que Bogotá no solo estaba creciendo, estaba cambiando deestructura tanto en lo físico como en lo social.Esta investigaciónhace, precisamente, la radiografía de esa situación y la reacción de loshabitantes de los barrios más precarios ante ella. Algo que adquirió muchosmatices pero que, no cabe duda, fue de lucha; una lucha por la inclusión y poraquello que los firmantes de las cartas reclamaban muchas veces como suderecho. Este aspecto que aborda la investigación es de especial interés porqueinsinúa el surgimiento de una nueva forma de ciudadanía que reclama según susmúltiples identidades: como electores, como contribuyentes, como miembros de unpartido político, como parte de un gremio, pero, ante todo, como vecinos de unbarrio y como ciudadanos sujetos de derechos, que es lo que esgrimen en susargumentaciones. Sus peticiones están ancladas en las desigualdades espacialesy se apoyan en una lógica jurídica simple: todos los ciudadanos son iguales.Luis Carlos Colón Llamas