Mediante un juego verbal que destaca las propiedades acústicas de la lengua, la obra evoca imágenes propias de un carnaval, de una procesión solemne o de una pieza teatral; paisajes que parecieran albergar todas las cosas. De este poemario resalta su espesura, tanto lingüística, pues pareciera incluso remitir al Creacionismo, como visual, a la manera de Pieter Brueghel o El Bosco.