Cuentos en todas las personas gramaticales y ubicados en todo el territorio nacional, relatos que nos hacen hablar y escuchar, pues nos competen íntimamente, eso son estos despojos que se asientan de uno y otro lado de la línea de la vida. Desgarradores, conmovedores ninguno deja indiferente a aquél que los confronta.Madres, hijos, víctimas y victimarios se muestran magistralmente retratados aquí en el dolor y la pérdida, la ira y la venganza, espejos todos de una realidad en la que, cruel palíndromo, nos tenemos que reconocer, mirar de ida y vuelta.Lola Ancira logra sorprendernos, con la maldad inocente y la bondad justiciera, del mismo modo que una madre descubre, bajo el seno de su hija muerta un tatuaje que desconocía. Porque somos también esa cruda desnudez a la que urge dirigir la vista. Poner un alto. Volver finita.