Esta novela no es autoficción porque no coinciden narrador, autor y personaje, tampoco constituye una retórica de la memoria. Es, más bien, una serie de experimentos con la otredad, con múltiples ficcionalizaciones del yo que se transfiguran en dobles y heterónimos para poder desdoblarse en lo que se pudo, quiso, evitó o imaginó ser. El libro apela a diversos géneros discursivos cuento, crónica, reportaje, ensayo para realizar una indagación sobre sí mismo sin concesiones. En una frase: es un juguete literario para burlarse de sí mismo. Narración ficcional, crónica periodística y ensayo se funden en el relato para dar cuenta del tema de el doble, que ha sido durante mucho tiempo uno de los tópicos más sugerentes y fascinantes de la literatura. Apelando a distintos géneros discursivos, Gómez subvierte los límites convencionales de la novela y logra que el lector viaje tanto en las tramas de la ficción como a través de la crítica social y la memoria cultural urbana, en la que el cine es un hito ineludible. Entretanto el verdadero personaje, el doble, que ve y es visto desde y hacia sus propios pliegues, se juega su sentido de existencia en un relato heteróclito que pone en jaque al autor, al novelista y al yo mientras cuestiona los límites mismos de géneros otrora sancionados por la investigación social y la propia teoría literaria, como la autobiografía. Pedro Baquero Másmela