González del Río , Chus.
Desde que despertó, Enza pasa los días asomada al ventanal de su nueva habitación. No sabe dónde está. Tampoco conoce el motivo de estar aislada en un lujoso caserón-hospital donde solo la visita Pablo, su marido, cada día a la misma hora. Apenas hablan. La besa en la frente cuando llega y cuando se marcha. No ha querido explicarle nada. Es por su bien, le dijo el primer día. Hay que esperar. Confía en mí. Pero ¿y si en quien no confía es en ella misma? ¿Qué ha hecho para que la hayan encerrado? Las respuestas están en ella. Averiguar los motivos que la han llevado ahí la destrozará. ¿Podrá soportar esas respuestas? Y, lo más importante, algo con lo que tal vez jamás podrá lidiar: ¿soy quien dicen?.