¿Por qué unas sociedades presentan índices de enfermedad mental mucho más altos que otras? Y ¿por qué algunas han visto dispararse los niveles de ansiedad y depresión en las últimas cuatro décadas? ¿Por qué los estadounidenses tienen el triple de posibilidades que los holandeses de desarrollar problemas con el juego? ¿Por qué el bienestar infantil es muy inferior en Nueva Zelanda que en Japón? Como demuestra este rompedor estudio, la respuesta a todas estas preguntas reside en la desigualdad. Wilkinson y Pickett describen cómo nos afecta individualmente, cómo altera el pensamiento, las emociones y la conducta. Presentan pruebas abrumadoras de que las desigualdades materiales tienen profundas consecuencias psicológicas: cuando la brecha entre ricos y pobres se ensancha, crece la tendencia a definirnos y valorarnos, a nosotros mismos y a los demás, con criterios de superioridad e inferioridad. Y cuestionan el concepto de que los seres humanos son por naturaleza egoístas y competitivos, y también la idea de que la desigualdad es resultado de las diferencias «naturales» de capacidad individual. Este libro demuestra que las sociedades basadas en la igualdad, la reciprocidad y la voluntad de compartir generan niveles de bienestar muy superiores, a la vez que nos muestra el camino que conduce hasta ellas.