?No hago nada sin alegría?, dice Montaigne. La razón de que lo diga es muy sencilla: en la tradición de Montaigne, hasta el ensayo más triste se hace de buena gana. El ensayo ?si se quiere avanzar en pos de una definición? es prosa de buena gana. Teresa González practica el ensayo como paseo sin
itinerario fijo, el ensayo como estudio de caracteres, el ensayo como resonancia de la lectura o la conversación, el ensayo como averiguación autobiográfica... Si no escribe para ostentar conocimientos eruditos, imponer opiniones o propagar argumentos engañosos, tampoco lo hace para complacer a su lector con datos curiosos, recetas de felicidad o indiscreciones excitantes. Escribe, más bien, para existir en lo que dura una conversación, respirando a través de palabras íntimas y sencillas. Los temas de ?La mala memoria? son la maternidad, la memoria infantil, el duelo por la muerte de los padres, algunos viajes y ciertos libros. Debe decirse, sin embargo, que una cosa son los temas y otra cosa es el tema de un libro. El tema de ?La mala memoria? es otro: es el tiempo, presente o pasado, fugaz o suspendido, ausente o evocado, y su impacto en la identidad que se revela, párrafo a párrafo, en cada una de sus páginas.