Yo era el que volvía a subir por la escalera de piedra. Volvía en busca del espejo, del espejo del hecho; el oscuro espejo sin forma y sobre todo sin tiempo donde todo había sucedido ya y donde todo estaba por suceder. Pero sobre todo buscaba, oía, en el estuco que simulaba una extendida acuarela, no una salida ni una luz sino el pasaje, la abertura en el aire ensoñado y el camino donde la flauta roja resonaba aún. [Rogelio Saunders]