Esta obra da cuenta de la poética de Manuel Durán; en la que la ciudad, la noche, el insomnio, los signos y las cosas que son signos de otra cosa, así como los paisajes (singularmente los vegetales) pueblan sus páginas. Poseedor de un singular talento narrativo, en muchos de sus textos se percibe un proceso constructivo cercano a las misteriosas fronteras ubicadas entre el cuento y el poema.