Florence Nightingale (1820-1910) está considerada de forma unánime como la madre de la enfermería moderna, pero su relación con la enfermería se parece a la de Freud con el psicoanálisis. Es decir, Nightingale es muchas cosas: científica, educadora y agitadora social al mismo tiempo. Se interesa en igual medida lo mismo por las enfermedades que por las personas, y sabe que la virtud más terapéutica a la hora de ofrecer atención sanitaria es una mezcla de preparación y empatía. Nightingale, además, es una figura con la que los lectores establecen una relación de tenaz afecto, ya sea por su biografía aventurera, sus constantes insubordinaciones a los convencionalismos de la sociedad de su tiempo, o su llamado a forjar imaginarios no masculinos de la libertad y el conocimiento.
Este libro, que en cierto modo es la summa de su pensamiento social y científico, abrió una nueva perspectiva sobre hechos que en el siglo XIX parecían imposibles de ser pensados: por ejemplo, que la práctica de la enfermería no es sólo una forma del altruismo y de la bondad religiosa, sino además todo un campo de estudio con su propia episteme, y que, consecuentemente, proyecta una oportunidad para desplegar una relación consciente, de ida y vuelta, con el mundo.
Con este título, en la Biblioteca del Universitario -siguiendo con nuestra política polimorfa de divulgar obras clásicas de todas las ramas del saber- queremos ayudar a dignificar, desde la trinchera editorial, una disciplina y a unas y unos profesionales que, con su diligencia, su pericia, su actitud e incluso con su lenguaje, pueden marcar la diferencia entre un suplicio y una situación controlada, brindar seguridad y reconocimiento, y además procurar una sensación de conexión, a menudo delicadísima, siempre preciosa, con mundos personales en los que se ha abierto una vorágine y han perdido algo constitutivo del sí.