Policarpo se sirvió la vigésima taza de café negro del día. encendió su trigésimo cigarrillo y se arrellanó en el sillón de su estudio. dispuesto a despachar la poco agradable tarea de elaborar la lista de todos sus acreedores. a quienes esperaba calmar al día siguiente con la distribución. hasta el último centavo. de su mesada pensional.