Vallejo , César.
En esta segunda parte del libro que estoy escribiendo me siento ya totalmente sumergido. Y lo estoy haciendo no solo en las aguas del embravecido mar, sino, además, en el inabarcable desierto, los espesos valles, los impenetrables bosques y las montañas que tienen sus ápices muy cerca del cielo. También por padecerme en la compañía de las hadas, mis seres queridos y aquellos que tienen la facultad de ser magos, para transformar lo negativo en positivo y lo malo en bueno.De esta manera, todas estas realidades no dejan de ser más que madrigueras en las que me refugio, cuando los aludes que caen por las laderas de las altas cumbres se recrean para destrozar todo aquello con lo que se topan en sucamino de destrucción y aniquilación.En este caso, y con respecto a esta trilogía que te estoy haciendo llegar a ti, lector, intento mostrarte todas estas circunstancias comentadas en lo párrafos anteriores, para dejar unas sencillas huellas que mantengan su memoria con el sencillo ejercicio de su lectura por tu parte.Así, en las líneas en las que estoy avanzando, pretendo dar cuerpo a la idea de que todos esos escondites en los que me introduzco se convierten en el hito en el que ausentarme de esta sociedad cuando la misma me enseña lasfauces de su agresividad. Y en este sentido, esperar a que el temporal pase, para, de esa guisa, volver y dejarme mecer por ese otro lado en el que dicha sociedad se transforma, para facilitar su cariño y comprensión sobre mipersona.