En el nutrido conjunto de carteles y portadas que presenta esta obra, se muestra el desarrollo del diseño gráfico en la cultura, ya sea desde lo gráfico o a partir de la otra pasión de Rafael López Castro: la fotografía. Libros dedicados a Benito Juárez; al mercado del Domingo de Ramos en Uruapan, Michoacán; al Cristo de Zacoalco, en Jalisco; series de carteles como la dedicada a su paisano Juan Rulfo. No en balde, y por su gran interés por la lectura de Pedro Páramo, a López Castro se le acredita como uno de los lectores que pueden recordar casi todas las líneas del libro más importante de la literatura mexicana del siglo XX.