Perdón, pero creo que alguien, en algún momento, me engañó. O, de menos, me ocultó información crucial. Claramente, todas las mujeres a mi alrededor —ésas que van por la vida eligiendo novios, prometidos y maridos como se escoge fruta en el mercado— recibieron un manual de instrucciones que a mí simplemente me negaron. Si no fue así, ¿cómo demonios...