La perspectiva que reúne los capítulos de este libro radica en el sustrato retórico-democrático que se desarrolló en la sociedad política y cultural de México en el siglo XIX; de ese suelo de deliberaciones nació la identidad del hombre de letras, expresada constantemente en las autorepresentaciones de este sujeto histórico como fuente de su legitimidad social y alimento de sus tradiciones culturales.